¿Será cierto que la
creatividad necesita
de la improvisación como un elemento
indispensable de la
inspiración?
El proceso de
improvisar alimenta desde el pensamiento lateral una idea rectora, la fortalece
y la nutre. Una idea lleva a otra y otra y así maduran los proyectos.
Muchas veces esas ideas que fortalecen a la
idea rectora son tan sólidas y poderosas que dejan de fortalecer a la idea
principal para transformarse en otra
idea rectora.
El camino se habilita a
partir del trabajo y fluye naturalmente, como “llamando” a seguir creando y
fijando conceptos.
¿Y cómo se fijan
esos conceptos? Volvamos al ejemplo del
libro: Imagine que Ud. está concentrado
leyendo un libro que le interesa. Llega al final de una hoja, mientras la da vuelta, aprovecha ese instante en el que la hoja se desplaza para recordar lo
leído mientras mira al infinito o por la ventana. Ese instante, esa pausa exacta en el momento justo es el que el
cerebro necesita para fijar el
concepto.
La curiosidad va a pedir más.
Entonces uno baja la mirada y se concentra nuevamente en la lectura desde una nueva perspectiva: la
de haber incorporado y fijado
conocimiento. Luego la magia de su cerebro hará las sinapsis necesarias para
que esa idea se complemente con otras y el proceso se nutre y reedita en nuevas
ideas laterales . Ese es el proceso creativo en su estado más puro. Eso es aprender.
Dos ejemplos prácticos: En los grupos de
trabajo de las organizaciones esta fijación de conceptos, este "aprender" se
fortalece a partir de la discusión
organizada y metódica.
Asimismo,
para el artista el proceso de sinapsis se habilita cuando el pintor se aleja de su obra para observarla en un todo. O el escritor repasa lo escrito.