domingo, 23 de agosto de 2015

NADA BUENO SE CONSTRUYE A PARTIR DE LA PENUMBRA





Asumir cosas, especialmente las negativas, nos aleja de siquiera comenzar el proceso creativo. Y aquellas personas que etiquetan al proceso creativo con adjetivos negativos liberan energías  que solamente le pertenecen a ellos.

El temor al ridículo anestesia la creatividad porque suponemos y asumimos que la gente  considerará  que esas opiniones “distintas” y que salen de los moldes habituales son  “poco profesionales”. Si pensamos eso, hagámonos cargo de esa visión miserable de nosotros mismos.
Ya habrá tiempo de llevar a lo terrenal una idea del niño creativo, dejemos que esta nazca.

¿Hay diferencia entre lo que proyectamos y efectivamente logramos? ¿Hace falta seguir negando que lo único que genera resultados positivos es el trabajo inteligente,  creativo  y sostenido?  

Durante el proceso creativo hay  instancias de libre pensamiento, de experimentación sin consecuencias en su estado más puro donde no debería haber espacio ni temor a las críticas. Ya habrá tiempo de analizar desde lo racional, cuando tome distancia de la idea generadora, la factibilidad de aplicarlo y sus ventajas o desventajas. De la misma forma que el pintor luego corrige, bien podemos sustituir una idea por otra. El hecho de haberlo pensado, ya disparó la intención del proceso creativo.


Proteja su espacio creativo experimentando sin juzgamientos prematuros. Recuerde que, al final del día  solamente estamos jugando. Un dibujante colocará una hoja en el caballete y esta representa el espacio del juego, luego toma un lápiz y usando todo su brazo articulado desde el  hombro y sin quebrar la muñeca  y entrecerrando los ojos recorrerá la hoja dejando que los  trazos libres  habiliten las formas . Dejará esa hoja y pasará a otra y otra jugando a dibujar, dejando que cada uno de esos dibujos extiendan el momento de inspiración. En esas hojas irá anotando apuntes proponiendo colores, texturas, fusión de un color sobre otro  y todo lo que necesite fijar.  Deberán ser muchas hojas y muchos los dibujos que se plasmen  para que la inspiración deje de ser solamente “flashes” y “momentos”  y se transforme en un sano hábito.

Desde lo racional, el dominio de la técnica de la creatividad se apoya sobre dos pilares: paciencia y temperancia, sumado al trabajo duro, sostenido e inteligente. Inteligente desde el comprender que estamos solos con nuestras propias técnicas de respiración y nuestros pinceles para liberar nuestro niño que juega.

Quienes pintamos sentimos,  en los momentos creativos, que  nos gustaría seguir proponiendo ideas o colores  a pesar del cansancio. De la misma manera que cuando éramos niños y el juego debía terminar porque se hacía de noche,  no queríamos entrar y pedíamos cinco minutos más. Esto ocurre porque el “niño que juega” crea en tiempo real. Es ESE instante y  no otro, irrepetible e irrecuperable durante el cual conversamos con nuestra creación y saltamos de papel en papel y de tela en tela nutriendo la idea original y explotándola trescientos sesenta grados  replicando ese momento original en infinitos otros.  Como la piedra que golpea el agua y dispara infinitos círculos concéntricos que se alejan, rebotan en la orilla y vuelven .

Durante esa suma de momentos que forman el tiempo real, la conexión entre el alma y los dedos  se fortalece, los tiempos para atraer el inconsciente se acortan  y lleva al papel o a la tela - ya  sin filtros- directamente  lo que verdaderamente somos.

Va a llegar un momento en que seremos idóneos de creatividad porque habremos sido pacientes y perseverantes y habremos practicado  tantas veces y tantas horas que  al final la técnica  propia termina formando parte de nuestro ser, replicándose en todos los niveles de nuestra vida. Habremos nutrido tantas  ideas que el ejercicio se transformará en sano hábito. Dejaremos de pensar en ser creativos porque ya “seremos así”. Podremos estar caminando, despertando o comiendo pero siempre habrá, dentro nuestro algo que estará funcionando para que el proceso creativo no se detenga. Seguramente en algunos momentos del día se ralentice, pero siempre estará vibrando y presente para que cuando el consciente  determine que el rito creativo debe comenzar, sea solamente cuestión de dejar que nos inunde por completo cuerpo y alma.

Todos tenemos momentos ideales del día para crear y ese momento está directamente relacionado con nuestras mejores horas, aquellas en las que estamos bien despiertos, alertas y alegres. Quienes tienen personalidad de búho desarrollan sus capacidades plenamente por las noches  y por el contrario quien tiene personalidad  de zorzal,  despierta por las mañanas con energía muy concentrada, ideas creativas y muy buen humor. Es en ese momento pleno que armamos un atril, colocamos una tela, armamos una presentación de trabajo, ponemos música, encendemos una vela, fortalecemos la luz y en definitiva habilitamos un espacio de confort externo para que el trabajo creativo fluya con energía positiva, física e intelectual desde lo más profundo.

Se libera la energía cuando ese espacio creativo existe. Y existe solo si nosotros queremos realmente ser libres de pensamiento y de corazón. No hablamos de un espacio físico, sino de ese espacio perfecto que está dentro nuestro y que no es un estudio o un taller, aunque estos últimos ayudan a que nuestro interior fluya sin trabas. Y cuando esas trabas aparezcan, porque seguramente  lo harán, pretendemos que Ud. tenga la capacidad de cambiar.

 Aproveche ese freno y aléjese físicamente del trabajo, mírelo desde otro ángulo, suéltelo, lávese la cara y las manos y beba  algo que le guste . Si fuera una PC sería el equivalente a proceder a apagar e iniciar nuevamente . Reedite el placer de volver a empezar, ordenando sus apuntes que es el equivalente a mis  pinturas y pinceles



No hay comentarios:

Publicar un comentario