Asumir cosas, especialmente las
negativas, nos aleja de siquiera comenzar el proceso creativo. Y aquellas
personas que etiquetan al proceso creativo con adjetivos negativos liberan
energías que solamente le pertenecen a ellos.
El temor al
ridículo anestesia la creatividad porque suponemos y asumimos que la gente considerará
que esas opiniones “distintas” y que salen de los moldes habituales son “poco profesionales”. Si pensamos eso,
hagámonos cargo de esa visión miserable de nosotros mismos.
Ya habrá tiempo de
llevar a lo terrenal una idea del niño creativo, dejemos que esta nazca.
¿Hay diferencia
entre lo que proyectamos y efectivamente logramos? ¿Hace falta seguir negando
que lo único que genera resultados positivos es el trabajo inteligente, creativo
y sostenido?
Durante el proceso creativo hay instancias de libre pensamiento, de
experimentación sin consecuencias en su estado más puro donde no debería haber
espacio ni temor a las críticas. Ya habrá tiempo de analizar desde lo racional,
cuando tome distancia de la idea generadora, la factibilidad de aplicarlo y sus
ventajas o desventajas. De la misma forma que el pintor luego corrige, bien
podemos sustituir una idea por otra. El hecho de haberlo pensado, ya disparó la
intención del proceso creativo.
Proteja su espacio creativo experimentando sin
juzgamientos prematuros. Recuerde que, al final del día solamente estamos jugando. Un dibujante
colocará una hoja en el caballete y esta representa el espacio del juego, luego
toma un lápiz y usando todo su brazo articulado desde el hombro y sin quebrar la muñeca y entrecerrando los ojos recorrerá la hoja
dejando que los trazos libres habiliten las formas . Dejará esa hoja y
pasará a otra y otra jugando a dibujar, dejando que cada uno de esos dibujos
extiendan el momento de inspiración. En esas hojas irá anotando apuntes
proponiendo colores, texturas, fusión de un color sobre otro y todo lo que necesite fijar. Deberán ser muchas hojas y muchos los dibujos
que se plasmen para que la inspiración
deje de ser solamente “flashes” y “momentos”
y se transforme en un sano hábito.
Desde lo racional,
el dominio de la técnica de la creatividad se apoya sobre dos pilares:
paciencia y temperancia, sumado al trabajo duro, sostenido e inteligente.
Inteligente desde el comprender que estamos solos con nuestras propias técnicas
de respiración y nuestros pinceles para liberar nuestro niño que juega.
Quienes pintamos
sentimos, en los momentos creativos,
que nos gustaría seguir proponiendo
ideas o colores a pesar del cansancio.
De la misma manera que cuando éramos niños y el juego debía terminar porque se
hacía de noche, no queríamos entrar y
pedíamos cinco minutos más. Esto ocurre porque el “niño que juega” crea en
tiempo real. Es ESE instante y no otro,
irrepetible e irrecuperable durante el cual conversamos con nuestra creación y
saltamos de papel en papel y de tela en tela nutriendo la idea original y
explotándola trescientos sesenta grados
replicando ese momento original en infinitos otros. Como la piedra que golpea el agua y dispara
infinitos círculos concéntricos que se alejan, rebotan en la orilla y vuelven .
Durante esa suma de momentos que forman el tiempo real, la
conexión entre el alma y los dedos se fortalece,
los tiempos para atraer el inconsciente se acortan y lleva al papel o a la tela - ya sin filtros- directamente lo que verdaderamente somos.
Va a llegar un momento en que seremos idóneos de
creatividad porque habremos sido pacientes y perseverantes y habremos
practicado tantas veces y tantas horas
que al final la técnica propia termina formando parte de nuestro ser,
replicándose en todos los niveles de nuestra vida. Habremos nutrido tantas ideas que el ejercicio se transformará en
sano hábito. Dejaremos de pensar en ser creativos porque ya “seremos así”.
Podremos estar caminando, despertando o comiendo pero siempre habrá, dentro
nuestro algo que estará funcionando para que el proceso creativo no se detenga.
Seguramente en algunos momentos del día se ralentice, pero siempre estará
vibrando y presente para que cuando el consciente determine que el rito creativo debe comenzar,
sea solamente cuestión de dejar que nos inunde por completo cuerpo y alma.
Todos tenemos
momentos ideales del día para crear y ese momento está directamente relacionado
con nuestras mejores horas, aquellas en las que estamos bien despiertos,
alertas y alegres. Quienes tienen personalidad de búho desarrollan sus
capacidades plenamente por las noches y
por el contrario quien tiene personalidad
de zorzal, despierta por las
mañanas con energía muy concentrada, ideas creativas y muy buen humor. Es en
ese momento pleno que armamos un atril, colocamos una tela, armamos una
presentación de trabajo, ponemos música, encendemos una vela, fortalecemos la
luz y en definitiva habilitamos un espacio de confort externo para que el
trabajo creativo fluya con energía positiva, física e intelectual desde lo más
profundo.
Aproveche ese freno y aléjese físicamente del trabajo, mírelo desde otro ángulo, suéltelo, lávese la cara y las manos y beba algo que le guste . Si fuera una PC sería el equivalente a proceder a apagar e iniciar nuevamente . Reedite el placer de volver a empezar, ordenando sus apuntes que es el equivalente a mis pinturas y pinceles
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