Un hombre a bordo de una pequeña embarcación vio a otro hombre abriendo un agujero en el piso de su cabina y le gritó: “¿Qué estás haciendo? ¿Estás loco?”. Confundido, el hombre lo miró y respondió: “Esta es mi cabina. Puedo hacer lo que quiera en ella”. Furioso el otro hombre gritó: “¡Tonto! ¡Un agujero en tu cabina nos hunde a todos!”.
Las experiencias dolorosas nos dejan vulnerables y es un momento oportuno para que el ego eche raíces, y seamos más y más duros, soberbios, vanidosos y hasta tontos.
Nuestros egos nos mantienen envueltos e inconscientes en un cerco impidiendo que veamos opciones ajenas que nos convienen y además las necesidades de otros.
Cuando entendemos que existe más en la vida que nuestras propias necesidades ( y necedades) , que nuestras acciones pueden perjudicar a otros y a mi, que todos estamos influenciados por las acciones de los demás, recién ahí podemos comenzar a escapar de la prisión del ego y a sentir el dolor ajeno como el propio.
HORACIO BELLOTTI BUSINESS COACH
horacio@bellotti.com.ar
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